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Foto del escritorRedacción Weeey MX

Trabajar en la moda en tiempos del COVID-19.


Desde hace casi 4 años he estado trabajando en la moda, en el lado de las tiendas, siendo la persona que está atendiendo y ayudando a la clientela. Específicamente en la tienda ZARA.


El inicio del año 2020 en la tienda no fue como otros, la gente iba con cierta incertidumbre porque sabíamos que tarde o temprano llegaría el coronavirus (COVID-19) al país. Las rebajas del mes de enero no fueron tan “buenas” en comparación a otros años; el inicio de la campaña era lento, las ventas apenas y las pasábamos.


Se decretó el inicio de una cuarenta “no obligatoria” por finales del mes de febrero y eso comenzó a preocuparnos a la plantilla, pues no sabíamos lo que pasaría con nuestro trabajo y principalmente con nosotros. Las medidas preventivas llegaron desde España: “no se toquen el rostro con las manos sin previo lavado, usen gel antibacterial, mantengan una distancia adecuada del cliente, uso de guantes y cubrebocas en el área de caja”. Llegaron los pedidos de gel antibacterial, guantes y cubrebocas y con ello una realidad: el coronavirus ha llegado a nuestro país.

Las medidas preventivas llegaron desde España

Nuestra rutina diaria no se veía del todo modificada, teníamos que seguir trabajando y tratando de cumplir la meta de venta diaria, lo cual en la primera semana de marzo no fue problema. Seguíamos recibiendo mercancía de España, las novedades de cada semana; los visuales (coordinadores) colocaban las nuevas colecciones en las paredes y buscaban potenciar la nueva mercancía.


Para mitades de marzo la realidad nos alcanzó: la suspensión de llegada de mercancía y una cuarenta estricta. Sin duda esto mermó en muchos aspectos: los empleados que iban a ser contratados sólo cumplieron el mes de prueba y se les liquidó, huno disminución en las horas a trabajar, más de un descanso a la semana, horarios de cierre anticipados.

Viví la pandemia de la influenza AHN1, el terremoto del 2017 pero, nada parecido a lo que hoy se vive con el COVID-19. Hay un aire de tristeza y miedo que podía respirarse desde que salía de casa.


Poco a poco pasamos a tener 10 o 0 clientes en la tienda por día, era prácticamente estar solos en piso de venta, doblando y entallando la mesa que el día anterior ya habías arreglado. El poco contacto con personas que podía tener era con mis compañeros a los cuales veía un poco menos.


Sabíamos que no éramos un artículo de primera necesidad pero, por lo menos esto distraía un poco la atención de las personas para tratar de sobrellevar la realidad que comenzaba a llegar para quedarse por un tiempo.


Por lo menos esta modificada rutina me permitía respirar y tener algo de contacto con las personas. Estar en tienda en una situación así no puedo decir que era lo más feliz ya que pensaba que no era el mejor momento para pensar en salir de compras, pero al final, teníamos un deber que cumplir.

Pasamos a tener 10 o 0 clientes en tienda por día.

Actualmente los centros comerciales están cerrados, los empleados estamos en casa en espera de que se levante la cuarenta. Afortunadamente entre lo malo, nuestra empresa nos informó que conservaremos nuestros empleos y seguiremos percibiendo nuestro sueldo, un aspecto que me deja tranquila.


No dejo de comparar lo que hago hoy a lo que hacía hace un año: trabajando, conviviendo con mis compañeros, tener una rutina y disfrutar el trayecto que solía hacer en bicicleta. Incluso, el trato con los clientes que a veces suelen ser complicados de tratar.


Esta cuarenta nos deja de lección el disfrutar y agradecer por todo lo que tenemos, principalmente: salud.

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